"En el entumecimiento de las aguas de un pantano estancado, en la torpeza de un manto hecho de agua oscura, una flor subió a la superficie y se abrió a la luz del sol. En la dulzura de sus delicados pétalos, la luz encontró una manera de penetrar en este pantano, alimentando las semillas que estaban dormidas en su núcleo. Entonces, en la fuerza de esta nueva Luz que llegó a lo más profundo de este inmenso pantano, miles de flores comenzaron a brotar a la superficie, canalizando, a través de sus profundas raíces, corrientes de luz, y con este gesto de Amor, ayudando en el despertar de todos los demás."
Algo profundo está sucediendo en nuestro planeta, no sólo en la contraparte física donde estamos encarnados sino también en la Dimensión Interna de nosotros mismos que, unificados al mismo Principio, nos hace sentir profundamente estos cambios.
Todos nos comprometimos con el mundo. El compromiso de brotar de las aguas del pantano en el que se ha transformado esta civilización y, como la Flor de Loto en la apertura de sus pétalos, comienzan a recibir esta Energía, canalizándola, a través de nuestras profundas raíces, hacia el mundo.
Hoy en día, muchas flores florecen en la superficie de este pantano y, a los ojos de los que permanecen en estado de semillas, parecen extrañas, locas.... Básicamente es la repetición de la alegoría de la Cueva de Platón. No nos corresponde a nosotros tratar de convencerlos de la existencia de este inmenso Sol que les espera, sino de canalizar a todos, en forma de Luz y Amor, esa energía que debe ser donada incondicionalmente.
Será la cualidad de nuestro Amor que, como fertilizante arrojado a la tierra, permitirá que estas semillas se conviertan en flores, abriéndolas a la Luz Mayor que siempre ha estado presente en ellas a través de la Vida misma.
No busquemos, por tanto, justificaciones ante los demás por los caminos que hemos elegido, por las opciones que nos han sido dadas para vivir, por la visión iluminada y sabia de los que han comprendido el misterio que hay detrás de la existencia, aunque todavía no seamos capaces de formalizar esa experiencia con palabras. No son las explicaciones teóricas, los argumentos lógicos, las estructuras mentales formalizadas en rituales tan a menudo arcaicos, las que harán despertar a esta humanidad, sino el Amor. A veces, ante el escepticismo de los que nos rodean, basta con una simple sonrisa. Una sonrisa que, en la seguridad y profunda tranquilidad de quienes ya se han abierto a esta Luz, estimulará en otros ese mismo despertar.
Estos son tiempos de cambios profundos, como ustedes saben. Cambios que rescatarán a esta humanidad de la ceguera que la condenó a la más profunda ignorancia. Y eso es algo que sentimos en el aire. Es el mismo canto de los pájaros lo que nos dice esto. Es el sonido del viento en los árboles que se doblan lo que anuncia estas transformaciones. Es la chispeante espuma de las olas de la cala y el dulce y cristalino aroma de las plantas que nos hacen empaparnos de su profunda PAZ lo que nos dice todo esto.
Es el mismo aliento de este cansado planeta el que nos advierte de lo que está por venir. El planeta ya ha comprendido y aceptado los cambios. Sólo la humanidad sigue insistiendo en los mismos caminos, en los mismos errores, en la ilusión de los que aún no se han dado cuenta de que esta civilización ya no tiene cabida en un planeta que, como un árbol en otoño, necesita despojarse de las hojas secas para que en primavera puedan brotar nuevas hojas, nuevas flores y nuevos frutos, rejuveneciendo el árbol mismo.
Pero esto debe ser vivido con tranquilidad, sin alimentar las expectativas. Sin dejarnos llevar por las ideologías extremistas y fundamentalistas de aquellos que todavía no han entendido que el proceso debe ocurrir primero dentro de nosotros y sólo entonces se extenderá a todo el mundo. Es a través del Amor de aquellos que están listos que este planeta finalmente será curado de la enfermedad que lo atormenta.
Y para eso, una simple sonrisa que sale de nuestro interior es suficiente para curar una herida más, para transformar una lágrima más en esperanza renovada, para hacer que otra semilla de loto salga a la superficie y se abra, en la frescura de una flor que acaba de nacer, a la Luz Mayor.
"Y mientras las flores de loto se abrían a la Luz Suprema, otra flor esperaba pacientemente que se despertaran, arrojando sobre las oscuras aguas del pantano una dulce fragancia que las apaciguaba. Todos notaron que el perfume era exhalado por una flor que se elevaba en la orilla, doblada en suaves reflejos que las ondas del pantano distorsionaban. Estaban asombrados! Su perfume llevaba Inocencia, Simplicidad, Candor, Armonía y PAZ. Y las flores de loto se acercaron a la orilla, preguntando al unísono: "¿Cómo te llamas?" Y la flor de la orilla respondió: "Mi nombre es LYS".
Del libro Reflexiones Espirituales para una Nueva Tierra
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