En el camino del discípulo, cuando se busca a sí mismo y luego al Cosmos, son muchas las fases que debe afrontar en su camino. Después del primer despertar a su Ser Espiritual, después de levantar los primeros velos que revelan una realidad más allá del juego tridimensional, el discípulo -el que aspira a ser un Iniciado- abandona los grupos gregarios del mundo y parte en la búsqueda de otros caminos más acordes con su nueva condición.
En esta búsqueda se encuentra con otros grupos, grupos de naturaleza espiritual, y aquí comienza su saga, donde tendrá que aprender a romper los primeros espejos, entendiendo que estos grupos, supuestamente evolutivos y capaces de satisfacer sus nuevas necesidades, son igualmente gregarios, condicionantes de su propia evolución y libertad.
Cuando el discípulo se da cuenta de que la travesía de este desierto interior es solitaria, cuando se da cuenta de que el grupo al que se ha unido no puede ayudarle en este viaje, es cuando realmente se convertirá en un discípulo aceptado por el Maestro, dispuesto a encontrar su propia naturaleza y, en ella, la expresión de su verdadera identidad.
Aquí comienza la transición del grupo al contexto grupal, de la unidad gregaria a la unidad consciente, de la conexión a una estructura física y su líder a la conexión con el Maestro Interno que siempre ha estado presente a lo largo de su viaje.
Pero, ¿cuál es la diferencia entre un grupo y un contexto de grupo?
En el grupo -y en este caso, hablamos de grupos espirituales- tenemos un centro, alguien que ha asumido por sí mismo la responsabilidad de atraer a aquellos que darán expresión a ese mismo grupo; un gurú o mentor que, con su radiación, alimenta a los que le rodean. Este es un sistema antiguo. El centro alimenta el círculo alrededor del cual a su vez utiliza esa energía para mantener la estructura creada, cerrándose sobre sí mismo. En la dimensión astral se forma un egregor que, por el poder que le dan los que lo alimentan, termina tomando conciencia, esclavizando al grupo y a su líder al poder de su voluntad, mientras se alimenta, como un parásito, de la devoción de los elementos de ese mismo grupo.
En el grupo, el apego está siempre presente, porque todos los que están en el círculo alrededor del centro, se han unido al grupo por el grupo mismo que alimentan y apoyan, recibiendo a cambio la radiación que el egregor emite a través del líder de ese grupo. Este egregor, como forma-pensamiento grupal que se hizo consciente, no lo hace por un acto de servicio, sino porque al alimentar a los miembros de este grupo con su radiación, recibe a cambio la devoción de aquellos miembros que nutrirán y sostendrán su propia condición. Es un sistema no muy diferente al del granjero que alimenta a sus pollos, no por su evolución, sino para recibir a cambio los huevos que le darán de comer. Así es como funciona un egregor.
En este sistema, en el que un egregor se formó por la voluntad de un líder y la devoción de sus miembros, todos terminan siendo esclavos de ese mismo egregor, incluido el propio líder porque, sin él, no tendrían la comida de la que dependen. En este proceso, no hay evolución sino el estancamiento de todos en torno a una idea que no es verdaderamente espiritual, pero de la cual son adictos, sosteniendo una idea errónea sobre lo que es la evolución espiritual y el Servicio. Sin este "alimento astral" se sentirían perdidos porque no se hizo ningún contacto interior y, por esta misma razón, no hay manera de buscar una nutrición real dentro de uno mismo dentro de un grupo controlado por un egregor.
Un contexto de grupo es algo completamente diferente. Aquí no hay centro, aunque puede haber personas con roles de liderazgo, no porque estén por encima de los demás o en el centro de ese contexto, sino porque ese es su rol, igual al rol de cualquier otra persona que esté ligada a ese contexto. Todos están en el círculo alrededor del centro, pisando el mismo suelo. Este centro es el contexto mismo y no un líder o un sistema. Todos ellos son autosuficientes, porque ya han realizado en sí mismos la travesía del desierto interior, encontrando en él la "fuente de la juventud" que no es más que el contacto con nuestra propia Alma.
Estas personas no dependen de nadie ni de ninguna situación específica. Se han reunido de acuerdo con este contexto, y tan pronto como se cumple, se van al siguiente contexto sin ningún apego a las estructuras creadas. Son personas que tendrían un viaje solitario si no se les hubiera presentado ningún contexto. El egregor no tiene, por lo tanto, una forma de ser creado en un contexto de grupo, porque no hay necesidad de energía devocional para sostenerlo. Nadie está en este contexto para recibir nada; todos emiten, todos irradian, todos están en ese contexto para un propósito más elevado y no para el grupo o el líder de ese grupo.
Un grupo esclaviza a todas las personas sometidas a él, siendo apoyado por el egrégor que finalmente dominará a todos. Aquí sólo hay estancamiento, inercia, apego... nada verdaderamente evolutivo puede nacer de una estructura como ésta. Al final, se volverá sectaria y contraria al propósito Divino.
En el contexto del grupo, por el contrario, no hay vínculos ni apegos. Cada persona está plenamente comprometida con este contexto, que es una extensión de la Voluntad de una Jerarquía Espiritual a la que todos están atados por lazos internos, a diferencia del grupo cuyo vínculo es con el líder y su egregor. En el contexto grupal, existe la libertad de ser y servir, permitiendo que el discípulo tome los pasos necesarios para convertirse en un iniciado. Ninguna persona ha logrado jamás una verdadera iniciación dentro de un grupo espiritual.... Las iniciaciones de grupo no se dan dentro de grupos espirituales, sino a todos aquellos que se han unido en un contexto espiritual.
Así que, antes de que podamos aspirar a ser parte de uno de estos contextos, primero debemos realizar nuestra alquimia interna, ya que será desde esta misma alquimia que tendremos los instrumentos para irradiar el propósito dentro de ese mismo contexto. Sólo los seres libres pueden realizar tal tarea. Todo aquel que está unido a una estructura de grupo, no puede realizar ningún servicio que sea verdaderamente evolutivo.
Terminemos de cruzar el desierto interior para que podamos encontrar esta Fuente de Vida que nos espera al otro lado y entonces sí, podamos finalmente convertirnos en verdaderos Siervos del Plan Evolutivo. Cuando esto suceda, la Vida se encargará de guiarnos al contexto que es nuestro para cumplir y donde podemos irradiar el propósito que está destinado para nosotros. En ese contexto, permaneceremos mientras exista ese contexto y luego pasaremos al siguiente sin ningún apego por lo que se ha logrado porque nuestro único sustento proviene de las dimensiones internas de nuestro Ser.
Entonces seremos libres y plenos, expresiones vivas del Amor Divino.
Del libro Reflexiones Espirituales para una Nueva Tierra
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