Durante mucho tiempo, la forma más utilizada por las entidades de otras dimensiones para transmitir información a esta realidad tridimensional fue a través de la canalización. El medio funcionaba como un canal para transmitir la información que se necesitaba transmitir en ese momento; información a la que, a menudo, no estaba afiliado internamente. Aunque canalizado, este medio no tenía un vínculo interno con la fuente de la que provenía la información. Era sólo un instrumento pasivo, nada más.
Hoy en día ya no se nos pide que utilicemos este tipo de procedimiento, ya que los nuevos tiempos exigen una evolución en la forma en que se transmite la información desde otras dimensiones. La canalización es un procedimiento antiguo y peligroso para los tiempos actuales ya que, por la facilidad de canalizar casi cualquier cosa - y hoy en día las puertas están todas abiertas y la información tropieza en nuestros pies, repitiéndose hasta el agotamiento, como la abundancia de fuentes, ya sean mensajes recibidos, libros escritos, o incluso el acceso al akasha - podemos canalizar tanto la luz como la oscuridad. Hoy en día, cualquier entidad o egregor del plano astral, con las mayores facilidades, tal es nuestra sed y nuestro deseo de información y poder puede ser fácilmente disfrazado como una entidad multidimensional o un maestro conocido y transmitir las palabras más inspiradas. Lo importante no es la información en sí misma, sino la radiación y esto sólo es posible en procesos de sintonización intuitiva, ya sea con nuestra propia Alma o con nuestro Maestro interior, y nunca a través de la canalización.
Mientras que en la canalización todavía existe el deseo del ego de transmitir información, a menudo por el protagonismo y la visibilidad que aporta, en la sintonización intuitiva está el Maestro que elige a la persona para transmitir un mensaje específico o radiación. No hay interferencia humana aquí. La persona sólo tiene que estar disponible sin querer nada. A veces en la sintonización intuitiva, las palabras no son necesarias, sólo la emisión de energía que es todo lo que realmente importa. Energía que no tiene la necesidad de presentarse, porque su firma es esa misma radiación y no un nombre.
Este proceso de sintonización es muy especial porque significa que el discípulo fue aceptado por el Maestro, integrando su aura. Ya no es un instrumento pasivo que transmite información, sino un elemento activo en unión con el Maestro, de tal manera que esta sintonización se convierte en una fusión entre ambos. En ese momento son uno, y lo que se transmite, ya sea por palabra o por emisión de energía, es el resultado de esta sagrada unión en la que el Maestro y el discípulo se fusionan para cumplir un propósito superior. Aquí no hay lugar para ningún tipo de interferencia, ya que el proceso es interno, a diferencia de la canalización en la que la interferencia ocurre continuamente, tanto por parte de la personalidad del canal y sus limitaciones, como por parte de entidades que desde la dimensión astral buscan el protagonismo y la energía devocional para alimentarse, presentando, de manera ilusoria, al medio en la portada de los maestros conocidos.
Cuando este proceso interno de unión entre el discípulo y el Maestro tiene lugar, el discípulo se convierte en el mensaje. Mientras que en la canalización el médium puede transmitir información espiritual que no cumple, debido a muchas contradicciones de su propia personalidad y su ego, en la sintonización intuitiva esto ya no es posible, porque esa persona acaba de integrar el aura del Maestro y por lo tanto, es UNO con ese mismo Maestro. Él es lo que emite, sin ninguna distorsión. Y esta es la verdadera instrucción.
Esta forma de intimidad es tan profunda que ya no es importante que el discípulo conozca el nombre del Maestro al cual está vinculado, y esto ya no es importante porque, en esencia, todo es una sola expresión de Vida y por lo tanto no hay necesidad de un autor detrás del mensaje, sino más bien de permanecer en la energía y la radiación que las palabras, o el silencio, transmiten. Al actuar de esta manera, el discípulo está quitando toda la energía astral, tan presente en la canalización, de todo el proceso y eliminando todas las formas mentales e interferencias a su alrededor, haciéndolo claro y puro.
Busquemos, por lo tanto, esta intimidad, esta unión, que a menudo se mantiene en secreto sin que seamos conscientes de ello, pero que está ligada a esta unión por la radiación que comienza a emitirse a través de las palabras, las acciones y el silencio. Ahora somos Uno con el Maestro que no conocemos externa sino internamente, conectados por vínculos que ya no pueden deshacerse.
Y este es el camino directo a la elevación espiritual y a la verdadera instrucción.
Todo lo demás son viejos procedimientos que no deben ser estimulados porque nos retiene en el pasado y nos esclaviza en egregores que no quieren nuestra evolución.
Del libro Reflexiones Espirituales para una Nueva Tierra
https://www.pedroelias.org/es/libros