La Verdadera Libertad

La vida está hecha de elecciones, y en cada instante, tenemos que considerar lo que es realmente importante y esencial para nuestro viaje en este mundo.

Podemos elegir los hermosos fuegos artificiales que nos deslumbran pero que, de tan efímeros, pronto desaparecen sin que nuestras manos ni siquiera los toquen, o podemos elegir las semillas que se arrojan a la tierra y de las que no tenemos noticias desde hace algún tiempo, pero que un día se convertirán en árboles robustos de los que brotarán los frutos que nos nutrirán.

En los fuegos tenemos la fascinación del momento, el estímulo de quienes buscan satisfacer un placer fugaz, un placer que alimenta al ego en una fuerza que pronto se convierte en un inmenso vacío. Saltamos de espectáculo en espectáculo, saciándonos con momentos que no nos traen nada entonces el aplauso extático del cese de los fuegos, que pronto se calman en el vacío de un cielo que se volvió negro después de todos los colores que nos han embriagado.

En las semillas, tenemos la promesa de algo que no se desmorona, aunque no hay nada ante nuestros ojos más que la tierra arada. No hay fuegos artificiales ni sonidos, no hay espectáculo más allá de aquello que la Vida misma nos trae en su simplicidad. Sólo existe la promesa de algo tan sagrado que sólo nos pide el cuidado y la sensibilidad de estar presentes cuando sea necesario, regando esa promesa con el amor que hará que un día las semillas se conviertan en árboles y los árboles en frutos maduros.

Aunque ebrios por los mil colores de los fuegos artificiales, no tenemos nada que dar. Nuestro espacio es todo nuestro. Vivimos para nosotros mismos y para nuestro placer. Pero en las semillas, tenemos esta cosa mágica que es ceder parte de esa libertad efímera que consideramos tan importante, y que en verdad no es nada, en nombre del tiempo que toma regar esa promesa y convertirla en la realidad que, un día, nos dará una sombra para descansar y fruto para comer.

Frutos que eventualmente alimentarán a todos aquellos que, en el vacío dejado por la fascinación de los fuegos artificiales, perdieron de sí mismos, creyendo que conquistaron una libertad que nunca existió, pues, sin rendirse plenamente a algo que nos trasciende, seguimos siendo esclavos de nosotros mismos.

Que comprendamos que la verdadera libertad viene del compromiso que tomamos con estas semillas y no marchando de espectáculo en espectáculo, sea material o espiritual, porque en la noche oscura de un cielo que se ha extinguido, nos encontraremos amordazados por el egoísmo que nos consumirá y del que somos esclavos de una libertad que nunca fue.


Del libro Reflexiones Espirituales para una Nueva Tierra
https://www.pedroelias.org/es/libros

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