El amor incondicional es como el polen lanzado al viento, sin destino, permitiendo que el flujo del viento lo redirija donde sea necesario. La planta de la cual emanó nunca conocerá el lugar de su desembarco o las consecuencias de su acción, ni conocerá las nuevas plantas fertilizadas por ella. De sí mismo, sólo se le pide que se abra y se rinda, para que este polen pueda expresarse libremente, cumpliendo su función.
También lo es el Amor Incondicional. Se libera de nosotros por la voluntad de nuestra Alma y sigue los caminos de su destino sin que nosotros podamos guiarla. Es inútil intentar comprenderlo, porque el Amor no reside en la mente, ni esta mente tiene una forma de alcanzarlo porque todo lo que la mente pueda decir o pensar sobre ella siempre será nada frente a su naturaleza ilimitada y trascendente.
Comprender lo que este Amor significa realmente es olvidarlo, porque el pensamiento lo retiene e impide que se vaya, como el polen que lo fertiliza todo. No le pongamos una correa ni intentemos adivinar o predestinar sus acciones. Que podamos liberar y entregar el proceso a las manos de la Vida, en simplicidad y plena aceptación, para que como pétalos abiertos al sol, este polen, que es Amor puro, pueda ser conducido por los vientos del Espíritu y llevado donde sea necesario.
No aprendemos a amar, de este amor que no tiene fronteras. No podemos entenderlo, y si lo intentamos cerraremos nuestro Corazón, y de una planta cerrada, no puede brotar polen.
El Amor Incondicional es ese aliento suave dejado por el Alma que no tiene sentido en los conceptos de la mente, por lo que sus análisis son irrelevantes. Tampoco tiene cuerpo teórico ni analítico y, por lo tanto, todas las conversaciones, estudios, cursos, terapias u otras cosas que se hacen para que este Amor se manifieste son intrascendentes. El amor es libre, nos utiliza como portales, siguiendo su propio camino para seguir fecundando los corazones de los hombres.
¿Te gustaría poder manifestar el Amor Incondicional?
Entonces debes olvidarlo en tu mente, para que puedas vivirlo en tu corazón, porque será de este olvido que la flor se abrirá al sol sin miedo de perder su tesoro.
Del libro Reflexiones Espirituales para una Nueva Tierra
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