Un retiro no debe ser visto por nosotros como una oportunidad para aislarnos del mundo en la búsqueda de la tranquilidad que nos falta en los ambientes urbanos donde vivimos. Un retiro no es un paseo por el campo, un regreso a la naturaleza, mucho menos un escape a los problemas del mundo.
Que podamos entender que siempre que vayamos a un verdadero retiro, todas las expectativas humanas sobre la forma que debe tener el retiro serán barridas por la energía activa en el área a la que vamos. Si vamos con la expectativa de regresar a la naturaleza, a la tienda de campaña en la cima de la colina, al sol, a la brisa, a los pájaros, a todo este escenario romántico, entonces, es más probable que esto se convierta exactamente en lo contrario, como una forma de probar nuestra entrega a la Vida, mostrándonos que el hecho de estar en retirada no tiene nada que ver con las condiciones externas del espacio en el que nos encontramos, sino con la postura que debemos asumir en conciencia para que el trabajo interior se lleve a cabo en ese momento.
Por lo tanto, debemos estar preparados para todo. Es una oportunidad única para transmutar fuerzas ancestrales que necesitan salir para poder dar nuevos pasos. Un retiro nos permite tocar las profundidades de nuestro Ser y enfrentarnos, de manera directa y desenmascarada, a las fuerzas retrógradas que aún actúan en nuestra personalidad.
Si el retiro se realiza en completa entrega, ciertamente ocurrirán procesos intensivos de transmutación, liberándonos de los pesos que todavía llevamos sobre nuestros hombros. No esperemos, por tanto, que la retirada se produzca de forma suave, sino en la turbulencia necesaria para que los lodos del fondo del depósito salgan a la superficie después de haber sido agitados por la energía de la zona de contacto, permitiendo que se retiren de las aguas turbias, limpiándolas.
Es en un retiro en el que nos encontramos con partes de nuestra personalidad que no conocemos, permitiendo, en la intensa experiencia que viviremos, que todas estas cosas antiguas se transmuten. Sin embargo, ningún proceso de transmutación de fuerzas puede ocurrir sin experimentar intensamente la acción de estas fuerzas. Si es el miedo lo que tiene que ser transmutado, entonces ciertamente, durante el retiro, experimentaremos intensamente este mismo miedo al traer a la superficie viejas narrativas para que puedan ser removidas de raíz.
Sin embargo, todo este desvelamiento de fuerzas, toda esta intensa experiencia de corrientes contrarias al proceso evolutivo, no ocurre sólo durante el retiro, sino también, y esto es más notorio cada vez que estamos en el proceso de ir a un área de contacto, en los meses previos a este evento.
Así, en vísperas de un retiro, nuestra vida parecerá escaparse por completo, creando situaciones de conflicto, inercia, inadecuación al medio ambiente, miedo de todo tipo, la inestabilidad que pondrá en tela de juicio las estructuras sociales y familiares en las que encajamos y la seguridad que construimos. Y es para estimular en nosotros la entrega y la fe en el proceso que tendrá lugar, y esto sólo puede suceder si nos encontramos en una cuerda delgada, en un equilibrio precario, inseguros sobre el siguiente paso, porque es precisamente a partir de esta inseguridad e incertidumbre que nuestra entrega a la Vida será puesta a prueba.
Toda esta desestructuración, sin embargo, tiene una función específica: la búsqueda de la fuerza interior. Una fuerza interior basada en la profunda certeza de que nada está fuera de su realidad potencial, en la que los factores externos son un mero juego del drama tridimensional que debe vivirse con una sonrisa cálida y una profunda alegría porque es nuestra misión más elevada la que se está cumpliendo.
Enfrentarse a los dolores de nuestra personalidad, significa que allí, en ese momento, estos dolores y las fuerzas detrás de ellos, piden, gritan, aspiran al Fuego Profundo de nuestra Gran Identidad para que los ilumine hacia un plano superior del Universo Vertical. Si nos identificamos con estas fuerzas, rompemos el circuito, estancando todo un proceso al que estamos conectados y del que somos un elemento fundamental en la resolución del problema Divino: el retorno de la sustancia universal, después de debidamente sintetizada, al Centro que le dio expresión.
Un retiro, o permanencia en un área de contacto interdimensional, es una oportunidad única para la limpieza kármica, no sólo del karma humano sino también del karma planetario, pues todos nos hemos propuesto a nosotros mismos descender a los universos temporales para sintetizar la sustancia en aumento en nuevas dimensiones. Todo es, por lo tanto, una consecuencia natural de la arquitectura interna de un programa que la Divinidad estableció para este universo. Todo es como siempre ha sido diseñado. Todo está en el punto de la realidad temporal exacta, aunque pueda parecer, a nuestros ojos tridimensionales, fuera de fase con el Plan Divino. Nada está fuera de este Plan.
Ser conscientes de ello, en cada momento de nuestra expresión tridimensional, es permitir, finalmente, anclar en nuestros cuerpos la Paz Universal.
Del libro Reflexiones Espirituales para una Nueva Tierra
https://www.pedroelias.org/es/libros