El Fin de la Dualidad

"Luz y oscuridad, vida y muerte, las cosas de la derecha y las de la izquierda, son hermanas entre sí. No es posible  posible separarlas. Por lo tanto, ni lo bueno es bueno ni lo malo es malo, ni la vida es vida, ni la muerte es la muerte. (Evangelio de Felipe)

La dualidad es un proceso de confrontación entre opuestos, en una fricción constante que purifica la sustancia. Esta es la razón por la que la Ciencia Esotérica habla del Fuego Frictivo como el Fuego principal en los mundos materiales. Este juego dual, como un tablero de ajedrez donde las piezas interactúan en las experiencias necesarias para la evolución del mundo, es lo que los orientales llaman Maya, la gran ilusión.

Comprender que este juego no tiene una realidad concreta en sí mismo, sino que son los que participan en él quienes atribuje esta realidad, es el primer paso para que el juego termine. A lo largo de los siglos, en sucesivas encarnaciones hemos formado parte de este juego, ocupando posiciones a ambos lados del tablero. Éramos peones blancos y negros, caballeros de luz y de sombra. Hemos sido alfiles, torres y, en algunos casos, reyes y reinas en ambos lados del tablero, alternando a lo largo de la vida según las experiencias que necesitábamos a medida que evolucionaba el propio juego.

Pasamos por ambos lados y en cada uno hicimos lo que teníamos que hacer. No éramos peores por formar parte de las fuerzas negras, ni mejores por estar al servicio de las fuerzas blancas. Simplemente jugamos la partida moviéndonos por el tablero de acuerdo con las reglas establecidas, que eran siempre las mismas para ambos bandos.

En ese tablero, todos estos personajes creaban sus estrategias y jugaban en un intento de jaque mate que afirmara sus ejércitos sobre los de su adversario, y los actores detrás de estos personajes han pasado los dos bandos sin pertenecer a ninguno de ellos. Luz y Sombra han sido siempre las partes necesarias de este juego dual donde la ilusión nos ha mantenido atrapados durante tantas encarnaciones.

Pero hoy el juego tiene que terminar. No ahí fuera, en el mundo, porque el mundo sólo cumple su función de tablero necesario para que el juego ocurra, sino en el interior cada uno de nosotros. Esto es lo que nos piden los nuevos tiempos. Pensar que este Nuevo que está a punto de llegar va a quitar de este tablero las piezas negras, dejando sólo las blancas blancas, es otra ilusión. Sin las piezas negras el juego de ajedrez no puede ocurrir, y las piezas blancas no sirven de nada.

O el juego existe, y dentro del contexto del juego, ambos lados se manifiestan por igual, pues ninguno es más importante que el otro, o el juego simplemente deja de el juego simplemente deja de existir, en cuyo caso tanto las piezas blancas como las negras deben mantenerse juntas en la misma caja, dejando sólo aquello que tantas veces huimos mientras estamos inmersos dentro de la ilusión de este mismo juego que es: LA VIDA.

Aspirar a la Luz es permanecer atrapado en la dualidad del mundo y, por tanto, en la ilusión. Aspiremos, sí, a la VIDA, a la Conciencia Pura y Plena, donde ya no hay xequemas para dar ni para recibir, donde ya no hay Luz ni Sombra - partes opuestas de esta misma ilusión - sino sólo DIOS en la unidad de todas las cosas. Y todo esto ha de suceder dentro de nosotros, ya que será en función de esta transformación que todo a nuestro alrededor cambiará. Sólo entonces la dualidad del mundo dejará de ser un instrumento que genera sufrimiento para convertirse en un instrumento de pacificación, pues empezaremos a aceptarlo todo, cualquier opuesto como parte integrante de la Vida misma.


Del libro Reflexiones Espirituales para una Nueva Tierra
https://www.pedroelias.org/es/libros

Newsletter

Suscríbete para recibir notificaciones de nuevos lanzamientos

Donaciones

Login

Search