Contrariamente a lo que la mente colectiva de la civilización actual puede definir como servicio, servir no es hacer cosas, no es ayudar cegados por la voluntad humana y las ideas instituidas sobre cómo esta voluntad debe ser dirigida o aplicada. Y basta con mirar el mundo en el que vivimos y observar el triste escenario que resulta de esa misma voluntad.
Servir es simplemente irradiar a este plano dimensional la Luz interior del Alma, siendo este flujo de energía, la expresión real de lo que es verdadero servicio. Un pastor en la cima de una montaña cuidando a sus ovejas puede estar mucho más cerca de esa energía de servicio que alguien al pie de esa colina construyendo un centro espiritual.
Debemos, por lo tanto, eliminar de nuestra mente cualquier idea preconcebida de lo que es servir, de cómo servir, porque nada de esto, sin este flujo Introspectivo de pura radiación, es servicio, sino sólo el resultado, tan a menudo, de una acción impulsada por el ego que busca el protagonismo y el reconocimiento, aunque esté disfrazada de otras cosas.
Es en la medida en que nos separamos de la idea de servir y de cómo servir, que esta energía comenzará a fluir a través de nosotros, llegando a los demás en el punto exacto en el que realmente necesitan ser ayudados. Cualquier estructura mental sobre lo que debería ser el servicio es, por lo tanto, un obstáculo para esta irradiación de Luz, bloqueando la correcta tarea que nos incumbe cumplir.
Me recuerda a esta persona que, juzgando que su servicio era ayudar directamente a los hambrientos, abandonó todo para entregarse a esta tarea, ignorando, sin embargo, que su servicio era simplemente cultivar la tierra para producir alimentos que, más tarde, ayudarían a estas mismas personas. No sólo no cumplió su función, porque se había dejado llevar por lo que su mente creía que era el servicio, sino que también impidió que aquel cuya tarea era ayudar a esta pobre gente a hacerlo, ya que alguien había ocupado su lugar equivocadamente. Y así, no sólo no los ayudó, porque no había alimento para alimentarlos, sino que todo su proceso estaba bloqueado, impidiendo que la energía del Amor Puro, que la otra persona habría irradiado en el servicio a estas personas, pudiera fluir, sanándolos de la profunda enfermedad que se ha enredado en el seno de esta humanidad y que va mucho más allá del hambre y la miseria.
Sólo cuando todos nos demos cuenta de que servir no es hacer esto o aquello, estar aquí o allá, sino ser un canal para que esta energía fluya hacia el mundo, sólo entonces nos convertiremos en servidores del Plan Evolutivo. Hasta entonces, sólo somos seres de buena voluntad, implementando ideas y buscando soluciones a problemas que están más allá de nuestras fuerzas tridimensionales. Sólo a través del Amor, ese flujo de Energía que viene de los planos más allá de la mente, la humanidad se curará de la enfermedad que la atormenta.
Y todo esto debe ser vivido de una manera sencilla, ya que es en el silencio de nuestros gestos que esta energía llegará a los demás, de tal manera que los que la reciban no se darán cuenta de lo que les ha sucedido.
También debe ser vivida con desprendimiento, porque los resultados de este servicio no nos conciernen o deben mantenernos en la vanidad que tan a menudo se instala en nosotros.
Y finalmente, debe ser vivida de manera impersonal, porque nuestra Esencia busca ayudar a todos y no sólo a aquellos que están más cerca o que tienen más necesidades materiales. La verdadera enfermedad que aflige a esta civilización toca a todos y a todos que la energía debe venir.
Buscar este contacto interior antes de dar cualquier paso es ponernos en las sabias manos de esa Presencia de Fuego que somos en los planos superiores de la existencia y dejar que su sabiduría nos lleve a donde realmente tenemos que estar.
Servir es, por lo tanto, irradiar Amor para todos. Servir es fluir con nuestra energía interior sin alimentar expectativas sobre las tareas y funciones externas a implementar y sin querer dirigir esa energía hacia donde nuestra mente juzgue más apropiado. Hacerlo es bloquear el proceso en sí mismo ya que debe ser esta energía la que nos conduzca como expresión interna de nuestra verdadera identidad y no al revés.
Por lo tanto, busquemos este contacto interior dentro de la simplicidad de nuestra vida diaria, y todo lo demás fluirá con el Plan largamente establecido de nuestra Alma. Cuando menos lo esperamos, y sin que nada externo lo denuncie, nos encontraremos dentro de la energía del servicio realizando la tarea que nos corresponde, y eso es la mayor Alegría que una persona puede experimentar en este mundo.
Del libro Reflexiones Espirituales para una Nueva Tierra
https://www.pedroelias.org/es/libros