Hay un lugar en el mundo donde el silencio casi se puede tocar, donde el viento lleva las fragancias de nuestra alma que podemos sentir como la caricia de una madre que nos reconforta. Un lugar donde el sonido primordial está presente en el centro de nuestro pecho y la luminosidad del Cielo y de la Tierra adquieren contornos sagrados e intemporales.
Hay un lugar en el mundo donde toda nuestra historia reencarnacional encuentra su punto de síntesis, expresando nuestro verdadero rostro que nunca deja de estar presente, a pesar de nuestra incapacidad para sentirlo.
Hay un lugar en el mundo que nos acoge como una Madre, acunándonos de nuevo a nosotros mismos para que el llanto contenido de todos los ciclos pasados pueda liberarnos en las lágrimas finalmente expresadas y sentidas que lo sanarán todo.
Hay un lugar en el mundo donde el ego puede finalmente descansar, sin más luchas, sin más deseos, sin más conquistas que alcanzar, convirtiéndose en un cáliz para el descenso del Espíritu para que, en su interior, la Alquimia Sagrada pueda transformarlo todo a través de la presencia del Cristo.
Hay un lugar en el mundo, que es más que un lugar. Allí, el tiempo se detiene y el espacio se disuelve en un solo instante de presencia, revelando quién SOMOS, y quiénes nunca dejaremos de SER.
Ese lugar está aquí, en el corazón del mundo, en el centro de Portugal, equidistante de los Andes y del Himalaya; el pilar vertical y central de la llama que se eleva y lo transforma todo. Aquí, en las aguas que le sirven de espejo, el niño eterno despertará de su sueño secular, y en el corazón de cada ser despierto florecerá una Paloma Blanca que volverá a su hogar.
A los peregrinos de todo el mundo, les digo... este Corazón os llama a venir a estas Tierras Sagradas y aquí redescubrir vuestro Centro, vuestro Templo Interior, vuestra Presencia Eterna, uniéndoos con el Silencio Profundo de estas Aguas. En este lugar, donde la distancia entre el Cielo y la Tierra es más corta, ese mismo Cielo se fundirá un día con esta Tierra y de esta reunión, las fragancias del Espíritu Santo, - esa Llama vertical que unifica todas las dimensiones - serán lanzadas por todo el planeta, consagrándolo ante el Altar del Ser Supremo.
Y sólo entonces podremos decir, finalmente, que la Nueva Tierra ha despertado.
Paz Profunda