Vivimos tiempos muy peculiares. Si en el pasado estábamos amordazados bajo el peso de la moral religiosa, sumergidos por sus dogmas que condicionaban la plena expresión del Ser, hoy estamos en el extremo opuesto, construyendo nuevos dogmas. Intentamos mostrar a las personas que pueden ser lo que quieran ser, que a través de una práctica, un método, una técnica, pueden construir una nueva personalidad. Desde el desarrollo personal se nos dice que se puede ser más feliz, más exitoso, más feliz, más alegre, más apasionado; del lado de la espiritualidad se nos dice que debemos ser más coherentes más humildes, más amorosos, más altruistas, y en base a todo esto, nos presentan técnicas y métodos que nos permiten alcanzar estos objetivos. Pero yo os digo que todo lo que construimos con esfuerzo a través de una técnica, sea lo que sea, no es más que otro personaje que ponemos en el escenario. Mejor que el anterior, por supuesto, si está bien construido, pero un personaje más.
De hecho, la Vida sólo nos pide una cosa: que seamos Verdaderos. Que tengamos el valor de quitarnos todas las máscaras, sin construir otras máscaras, viviendo en paz tranquilamente con esos estados gripales que llamamos egoísmo, inercia, egoísmo, inercia, infelicidad, tristeza, incoherencia y tantos otros. Y como estados gripales que son, pronto pasan. Ni siquiera hay que tomar ninguna medicina. Yo os digo ser verdadero es aceptar la vida por las experiencias que nos presenta, sin desear nada más que esas cosas en sí. Significa vivir estas experiencias con plena aceptación - La vida no se equivoca sin construir ninguna historia por arriba de esto. Cuanto más verdaderos seamos, menos personajes tendremos que representar en el escenario, más rápidamente desaparecen estos estados gripales sin que ni siquiera tengamos que nos ocupar de esto y, cuando menos lo esperamos, ya no están ahí, se han ido.
Vivir los personajes que hemos construido a través de múltiples técnicas de superación personal es la más perfecta de las trampas, porque en la primera fase, realmente pensamos que estamos mejorando; pensamos que esos estados gripales han desaparecido porque el personaje creado no los tiene, pero están ahí, detrás de la máscara. Y es una trampa que nos pedirá un esfuerzo constante, una vigilancia permanente sobre ese mismo personaje para que se mantenga en el camino trazado. En algún momento, se convertirá en una carga que ya no podremos soportar, tal será el esfuerzo requerido. Un esfuerzo que, como el mismo efecto, requiere dosis cada vez mayores, nos exigirá estar constantemente al día en nuevas técnicas y métodos para los que siempre habrá alguien disponible que, por mucho dinero, prescribirá las dosis necesarias. Al final, la necesidad de una permanente para garantizar que las se consigan será agotadora. Estaremos tan preocupados por construir ese carácter, haciendo un tremendo esfuerzo para ser felices, exitosos, alegres, coherentes, enamorados, que la Vida acabará pasándonos de largo.
Te digo que abandones el escenario y te quites las máscaras, aceptar la Vida a través de todas las experiencias que nos da, sin huir de ellas sin huir de ellas, es la verdadera libertad. Que tengamos pues el valor de desprendernos de todas las técnicas y sin construir nada sobre la mejora de nada para vivir sin esfuerzo, sin necesidad de controlar, de conducir, de dirigir, llenos de esa Presencia que nos pide un rostro descubierto, fiel a las huellas de sus propias arrugas, de las que no se esconde.
Del libro Reflexiones Espirituales para una Nueva Tierra
https://www.pedroelias.org/es/libros