Liberar el Dolor

Este vacío que nos toca cada vez que el Alma se presenta ante el dolor, sonriéndonos como percibiendo la acción benigna de este gran alquimista que todo lo transforma, es la gracia más grande que un ser puede recibir, pues existe la curación de todo su pasado y la redención final que lo consagrará en el altar del Amor.

Muchas veces huimos de este vacío, tratando de llenarlo con todo lo que encontramos a nuestro alrededor y, con esto, adormecemos este dolor que no debe ser ignorado, sino sentido en toda su presencia, respetado en su espacio y tiempo, para que pueda brotar los nuevos frutos.

El dolor, este alquimista profundamente sagrado, presencia constante en tantas encarnaciones -acumulado en los recuerdos que el Alma ha registrado en sus muchas experiencias- sólo nos pide que tengamos el valor de mirarles a los ojos, de una manera compasiva y amorosa, para que en este mismo amor, este dolor pueda expresar todo en el último grito, y liberarse de esta antigua prisión.

Y entonces nuestro verdadero rescate ocurrirá cuando del polvo de los ciclos surja ese viejo dolor, alabando esa mirada que la aceptó, que lloró a su lado y que, en un último abrazo, la soltó, liberándose.


Del libro Reflexiones Espirituales para una Nueva Tierra
https://www.pedroelias.org/es/libros

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